Infancia atravesada por naturaleza

La eternidad de la infancia es breve... pero ellos no lo saben todavía; el paisaje desfila ante sus ojos.




Placeres de la infancia: la inocencia que caracteriza a la misma, pisar el pasto descalzo acompañando el juego, la curiosidad ante la apertura hacia el mundo: todo te atrae, todo te sorprende, uno comienza el camino del aprendizaje a través de la observación, ensayos de prueba y error, a través de la tentativa de arriesgarse sin ese rodeo de pensamiento anticipativo y analítico capaz de alterar la acción a tomar (característico de muchos adultos). Al transitar la infancia uno se lanza al mundo, sin inhibiciones ni perjuicios, sin construcciones adheridas a través de otra entidad, uno va construyéndo su propio pequeño mundo y siente como si nadie pudiera derribarlo, como si no fuera a acabar nunca, como si fuera un lapso eterno pero que al final de eterno no tiene nada.Y el momento en que uno se percata de aquello, de la fugacidad de la niñez, es el momento en donde uno ya no es más niño y no puede volver a disfrutar de aquella entonces denominada "eternidad", más que vivirla en el recuerdo entrañado y atesorado por siempre.

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